
XIX
GRAN CONCURSO INTERNACIONAL DE ELEGANCIA - CLUB JAGUAR
(México)
Los
pasados días 14 y 15 de mayo se llevó a cabo en
el poblado de Dos Ríos (Municipio de Huixquilucan, Estado
de México), el gran concurso de elegancia que desde hace
diecinueve años organiza el Club Jaguar, una vez más
con una enorme respuesta del público, patrocinadores,
y por supuesto participantes, que en esta ocasión se
acercaron al medio millar de automóviles clásicos
y antiguos de todo el país, e incluso del extranjero.
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Por
Ángel Torres Cervantes, desde México.
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El
evento principal se realizó el día domingo 15, fecha
en que se dio cita el mayor número de aficionados y se desarrollaron
los eventos culturales mas relevantes en múltiples carpas
que dieron al evento un aire mas glamoroso y exclusivo.
Con
la presencia de gran cantidad de participantes independientes, así
como de los clubes más numerosos del país, y con las
colecciones de algunos de los museos más importantes, el
evento fue perfecto para todo aquel aficionado (o no tan) a las
viejas glorias de la automoción. Esto quedaba demostrado
cuando uno caminaba y escuchaba los comentarios de la gente, o cuando
en medio del trance ante la admiración por alguna escultural
belleza en acero, alguien gritaba o se detenía y preparaba
su cámara para sacar todas las fotografías que le
fuesen posibles. Uno pensaría que dicho entusiasmo venía
de algún fanático de los vejestorios, pero el encanto
terminaba cuando este personaje le preguntaba al primero que se
cruzaba enfrente, que de qué automóvil se trataba,
cuando ante sus ojos tenía algo tan conocido como un Corvette,
un Dodge Charger o un Cadillac.
La
pasión que levantan los fierros antiguos está más
que explicada cuando uno presencia este tipo de situaciones, pero
al contemplar con gusto los efectos positivos que un automóvil
clásico puede hacer en las personas, queda también
demostrado el por qué habemos gente tan preocupada por su
preservación y rescate.
El
día también nos ofreció un clima cálido
apto para el recorrido mínimo de 2 horas (y eso aunque sólo
diéramos rápidos vistazos a cada vehículo),
para dar vuelta a la gran extensión que cubría el
evento.
El
evento levanta toda clase de emociones, sentimientos y experiencias.
Mucha gente a través de él se entera que los autos
antiguos tienen tal glamour, a otros les pesa ver uno igual al suyo
que se está deteriorando en el jardín sin que pueda
evitarlo. A muchos otros, les dan ganas de comprar alguno de inmediato,
y otros hacen negocios, o al menos lo intentan, como quienes a la
salida te esperan con volantes sobre su servicio de arriendo de
clásicos, o un tipo de aspecto siniestro, recargado en un
fierro oxidado que en uno de sus cristales tiene el símbolo
"En venta". Ah!.. y no falta el que vende réplicas a escala!.
Las
carpas de expositores abundan también y no es para menos
con tal audiencia (y posible clientela) a la vez. Además
de las infaltables marcas de autos nuevos, están los que
venden ropa con motivos automotrices, trajes de piloto de carreras,
los lubricantes mágicos y sus pruebas de motores sin el deposito
del aceite., En fin, alrededor de los autos hay una atmósfera
que recuerda los torneos medievales, llena de vendedores que prometen
soluciones mágicas o tienen lo que uno necesita, y es que
los autos clásicos levantan las mismas emociones que los
torneos de caballeros.
Centrándonos
un poco mas en lo que fue la exposición, cada marca tenía
su espacio de estacionamiento junto a la carpa de los autos nuevos
de los fabricantes correspondientes (¿que conveniente no?).
La
exposición nos recibía con ejemplares pertenecientes
al Museo del Automóvil de la ciudad de México, entre
ellos, hermosos Rolls-Royce, Bentley, Packard y algunos autos tan
curiosos como un REO, y un Decauville, del que se presume es el
único automóvil existente, el ejemplar de color azul
brillante con un gráfico que mostraba fotos de su estado
cuando fue encontrado.
Después
de este éxtasis visual, encontrábamos a un numeroso
contingente de VW, la inmensa mayoría nacionales de todas
las épocas, siendo de importación sólo los
representantes Karmann-Ghia y algunas panel, mejor conocidas en
México y otros países como "Combi".
Continuando
nuestro recorrido, nos topábamos con varios Volvo de los
sesentas, sobrevivientes de antes que se prohibiera la importación
de autos a México, seguida de un bastante amplio sector de
pasto cortado como alfombra que se engalanaba con unos 20 indescriptiblemente
hermosos Rolls-Royce de distintas épocas y que se apoderaban
al instante de nuestras pupilas, cintas, rollos y tarjetas de memoria.
Caminando otro poco, podíamos también observar un
numeroso contingente de ingleses como MG, Austin o Rover, muchos
de ellos bajo techo, y que no dejaban levantar miradas y suspiros.
Siguiendo
nuestra caminata, encontrábamos un gran escenario montado
junto a un numeroso grupo de MOPARS. Sí, efectivamente un
espacio de DAIMLER-CHRYSLER de México, destinado a Dodge.
Sin embargo, en cuestión de clásicos hubo gran presencia
de la extinta pero inolvidable Plymouth y sus Valiants, el que se
considera el mejor Duster de México y algún Barracuda.
Pero tal y como es tradición, la mayor presencia de autos
de la alguna vez Chrysler Corporation, la acaparó Dodge con
sus Dart GTS o ejemplares de importación como el Charger.
Más
allá del sitio MOPAR, en la enorme carpa de GM, se podían
encontrar por separado todas las divisiones presentes en México
en un sólo escenario. Justo enfrente de algunos Malibu y
Chevy Swing había un grupo de Corvettes, Impalas y Bel-Airs,
siendo éstos como siempre, los que robaban la mirada de todo
cuanto pasaba, sobre todo la obra maestra del 57 en cualquier versión,
y al estar dos juntos, la emoción de los aficionados y curiosos
era mayor, sobre todo el convertible de color azul que encantó
a cuanta dama pasó por ahí, incluyendo a las indiferentes
edecanes (promotoras) que paseaban por ahí con ese tradicional
caminar de pasarela. Me atrevo a decir que en esta ocasión
los caballeros elegían llenar sus pupilas de acero, parabrisas
y cromados más que de piel, aunque hablando de Bel-Airs esta
vez asistieron muchos menos ejemplares cincuenteros que en años
anteriores.
Hasta
aquí muchos podrían haberse dado por satisfechos,
ya que con cualquiera de los autos mencionados, ya habría
valido la pena el pago de la entrada y el tiempo perdido (o ganado).
Es más, algunos aficionados a los autos americanos (tal vez
la mayoría), se daban por bien servidos hasta este punto
y recorrían de forma mas desinteresada el resto de la exposición.
Sin embargo nuestro deleite no iba ni por mitad.
Muy
cerca de los Chevys se encontraban sus archirivales Ford, engalanando
unos bellos Falcon, Maverick y Galaxie, pero como es tradición,
el mayor número de representantes de Dearborn consistía
en los miembros del Mustang Club de México, que como siempre,
se hizo de una masa enorme de curiosos, conocedores y en general
de asistentes, sobre todo interesados en los maravillosos ejemplares
de los sesenta que asistieron en esta ocasión.
Tras
de los Mustang, los Citroën, Peugeot y Renault, me atrevo a
decirlo, se encontraban opacados y un tanto abandonados en el espacio
dedicado a estas máquinas europeas., Y es que aparte del
sitio, un tanto en el fondo del recinto, alguien tuvo la mala idea
de colocarlos junto a uno de los autos con mas afición en
México y el mundo como es el Mustang. No se niega que los
R5, 404, o DS no sean joyas. Todo lo contrario, son ejemplos de
lo que es un buen auto, de su época y de la que sea, sin
embargo el pequeño fallo de organización estuvo en
colocar a una preciosa chica nativa con su traje tradicional, junto
al estereotipo de rubia curvilínea enfundada en minifalda
y con escote.
Para
continuar había que subir una pequeña colina de unos
tres metros de altura, y a medida que llegábamos a nuestro
punto de observación, aparecían mas tesoros de la
historia de la automoción, de diversas marcas, sobre todo
americanas, colocados independientemente de los lugares destinados
a su origen, debido a que eran propiedad de personas no pertenecientes
a club alguno.
Se
divisaban preciosos Cadillac, incluyendo uno del 62 del cual se
aclaraba que era uno de unos pocos construidos, Oldsmobile, Buick,
Chrysler y el grupo de participantes de la legendaria Carrera Panamericana.
Y sin dejar a un lado un Borgward de la última época
de esta marca, cuando era totalmente nacional, fabricada y ensamblada
en Monterrey, México.
Casi
al final del circuito podíamos toparnos, para cerrar con
broche de oro, con un grupo de bellos Ford A y un Packard negro
que destacaba entre los que lo rodeaban.
Algunos
autos curiosos del evento fueron un escarabajo colocado de lado,
para que se pudiera apreciar el trabajo hecho por debajo de la carrocería,
un auto de juguete fabricado en metal con un maniquí vestido
de niño que valía algo así como $ 8.000 dólares,
un Oldsmobile de 1908 que parecía auto de carreras, así
como un Hot Rod en medio de la colección de Dodge (¿?).
Otra parte del evento lo componía una también muy
concurrida pista de pruebas para vehículos 4x4 de Land Rover,
que proporcionaba emociones extremas a los ocupantes de los vehículos
que la rondaban.
El
cierre maestro lo componía la esplendorosa y deslumbrante
colección Jaguar, simplemente indescriptible: arte sobre
cuatro ruedas, o simplemente arte, por que esas ruedas de Jaguar
son tan bellas como diamantes. Como buenos anfitriones, siempre
dan muestra de lo que es un auto de colección en todos los
aspectos e impactan aún de lejos, pero más de cerca.
Una vez más, Jaguar y su club nos dieron a los aficionados
un evento placentero, glamoroso, familiar, agradable e inolvidable,
palabras un tanto limitadas para definir un evento como este Gran
Concurso de Elegancia.
El
evento cada año se consolida como el más importante
de México y Latinoamérica, en cuanto a clásicos
y antiguos se refiere. Esperamos siga siendo como los buenos vinos:
entre más viejo, mejor.
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Ángel
Torres Cervantes
harleyearl84 yahoo.com.mx
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