En 1956 mis padres adquirieron este Skoda 1.200 que nos acompañó por 18 años, recorriendo desde Valdivia hasta Tacna, resistiendo impericias conductivas, malos mecánicos, etc. Mucho de lo que sé de mecánica se lo debo a esta maravilla: Sencilla, de poco motor, pesada,.. pero resistente y fiel. No tenía radio, los forros interiores de las puertas eran de cholguán barnizado sujetos con roscalatas y en el maletero tenía unos listones de madera, todo de fábrica. - Luis Bravo Zehnder

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